Y estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. (Efesios 2:1-2).
Ahora es verdad que este versículo no menciona explícitamente al corazón. Solamente dice que estábamos muertos. Yo creo que lo que esto significa es que nosotros, como no creyentes, no teníamos vida en nuestro corazón para responder a las cosas espirituales. No sentíamos ningún afecto por Dios. Pero después en Efesios, Pablo habla más claramente, esta vez hablando de un corazón ciego y encallecido que es incapaz de percibir las cosas espirituales.
17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza (Efesios 4: 17-19).
Nuestro corazón fue atrapado en una telaraña de corrupción. Solamente podía producir lo que sabemos que es malo y perverso. Juan habla de tres maneras en las que trabaja el Viejo corazón para dar a luz sus maldades.
16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (1 Juan 2:16)
Note cómo Jesús condena claramente el corazón y todos sus deseos. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. (Mateo 15:19).
El apóstol Pable concuerda con esto:
19 Y manifiestas son las obras del corazón, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. (Gálatas 5: 19-21)
Sírvase notar que he intercambiado la palabra “carne” con la palabra “corazón”. Jesús y Pablo se refieren a la misma descripción pero Jesús usa la palabra “corazón” mientras que Pablo usa “carne”. ¿Hay alguna diferencia? Descubrimos que cuando se describe el lado maligno de nuestros corazones, carne es un término equivalente a corazón. En todo caso, si habamos del aspecto espiritual de un nuevo corazón, debemos referirnos o hablar del espíritu (Espíritu) (consultar en Gálatas 5: 22, 23).
Si no tenemos claro la condición desesperada de nuestro viejo corazón, entonces como Sus hijos seremos menos tocados por Su gracia extraordinaria y a menudo vacilaremos en nuestras vidas cristianas. Enseguida veremos el elemento más necesario para buscar a Dios.